Una adolescente de 14 años fue drogada cuando asistió a la Feria de la Frontera Sur en la ciudad de Chetumal

Alejandro Peza

Una adolescente de 14 años fue drogada cuando asistió a la Feria de la Frontera Sur en la ciudad de Chetumal. El padre de nombre Simón relató sobre está situación.

Este es el texto íntegro que compartío el padre de la adolescente.

Como padre, escribo estas líneas con una indignación que arde en lo más profundo de mi ser. Mi hija, Isabella, de apenas 14 años, salió anoche (yo la llevé), 8 pm, a la feria EXPOFER de Chetumal con la ilusión inocente que cualquier adolescente debería tener derecho a disfrutar: juegos, risas, tiempo con sus primas. Seguimos al pie de la letra todas las recomendaciones que hoy, tristemente, todos los padres conocemos: “No aceptes nada de nadie, no tomes, no comas, mantente siempre acompañada”. Hicimos todo lo que está a nuestro alcance… y aun así, la maldad la alcanzó.

Apenas dos horas después, mi teléfono sonó. Era Isabella, pero no era su voz normal. Era un murmullo entrecortado, una súplica silenciosa. Tenía un dolor de cabeza insoportable, comenzó a vomitar, sus manos y piernas se entumecían mientras su cuerpo se entregaba a una somnolencia inexplicable. En minutos, mi hija estaba en urgencias del hospital general de Chetumal, donde el diagnóstico fue intoxicación por drogas, al parecer fentanilo. En minutos, su vida pudo haber cambiado para siempre. Y todo esto, sin haber ingerido absolutamente nada.

¿En qué clase de sociedad estamos viviendo, donde ni siquiera un espacio de “entretenimiento familiar” es seguro? No se trata de culpar a las autoridades —porque ya conocemos la historia de siempre: “no saben”, “no pueden” o peor aún, “no quieren”. Pero yo no voy a permitir que esto se convierta en una estadística más, en un rumor que se olvida apenas termina la feria.

Hoy hablo como un padre al que le tocó vivir en carne propia la crueldad que muchos creen ajena, lejana, imposible. No lo es.

Por eso, a todos los padres, madres, hermanos, amigos, abuelos: cuiden a sus hijos como si la EXPOFER fuera un campo minado. Acompáñenlos, vigílenlos, no confíen ni un segundo en que “todo estará bien”, porque la realidad nos está gritando con brutal claridad: la maldad anda suelta, camina entre nosotros, y no distingue rostros ni edades. Hoy fue Isabella. Mañana podría ser cualquier otro joven. Y no podemos, ni debemos, permitirlo. Si amas a tus hijos, nietos, sobrinos, comparte para que estén enterados del riesgo que corren.

Papá Simón.